Lisandro Rodríguez, Yerba mate y cooperativismo en la Argentina Sujetos sociales y acción colectiva en el NEA (1936-2002). Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2018

Laura Mabel Zang

Otra Economía, vol. 15, n. 27: 166-170, enero-junio 2022. ISSN 1851-4715

 

 

Reseña de libro

YERBA MATE Y COOPERATIVISMO EN LA ARGENTINA SUJETOS SOCIALES Y ACCIÓN COLECTIVA EN EL NEA (1936-2002), de Lisandro Rodríguez

 

Laura Mabel Zang *

lauramabelzang@yahoo.com.ar

 

 

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Este libro, editado en 2018 por la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires-Argentina), es producto de la investigación llevada a cabo por Lisandro Rodríguez en el marco de su tesis doctoral en Ciencias Sociales. Convertidos en actores económicos dentro del agro misionero, las cooperativas son entes escasamente estudiados desde una perspectiva histórica y social y, en este sentido, la propuesta del autor presenta una riqueza indiscutible: estudiar a las cooperativas yerbateras como actor social de suma relevancia para la Argentina Rural. Desde una perspectiva histórica y centrando su atención en una región marginal –la provincia de Misiones y el norte de la provincia de Corrientes representan la región yerbatera argentina– Lisandro Rodríguez (2018:17) señala que las cooperativas vincularon en el proceso de producción de yerba mate a los distintos actores sociales agrarios. Este “análisis requiere identificar al sujeto cooperativo, reconocer su devenir histórico, los procesos de diferenciación social de la estructura agraria en una región marginal, así como sus condiciones de reproducción social”.

La yerba mate tuvo un papel destacado dentro de la economía agraria misionera. Pequeños y medianos productores [colonos] integrados en gran medida en cooperativas son quienes realizan la mayor parte de la producción. Tanto la actividad yerbatera como la organización de las cooperativas están condicionadas por el contexto histórico en que se encuentran y por las políticas estatales que regulan el sector. Dentro de esta actividad, es posible reconocer períodos de crecimiento y auge y otros de estancamiento y decadencia donde la intervención del Estado y las políticas por él desplegadas jugaron un rol relevante. De este modo, el autor identifica ciclos de “rupturas y discontinuidades” que determinaron una amplia periodización: entre 1930 y 1940, reconoce la primera gran crisis de producción del sistema yerbatero que culminó con la creación de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate –CRYM– en octubre de 1935. El accionar de este organismo conllevó la consolidación de la segunda etapa de “limitación productiva y la importancia del crédito oficial para las cooperativas” entre 1940 y 1951. La decadencia de antiguos yerbales conllevó una paulatina liberación para la realización de nuevos cultivos a partir del año 1952, marcando el inicio de una nueva etapa en la economía agraria que culminó con una nueva crisis de sobreproducción yerbatera y del cooperativismo vinculado a este sector (1967-1991). La última etapa reconocida por el autor inició a partir del decreto de desregulación de la actividad yerbatera a partir del desmantelamiento de la CRYM en 1991 hasta la creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate –INYM– en el año 2002. Durante este período la actividad yerbatera y su comercialización fue controlada por “grandes grupos de molineros y cadenas de supermercados” (Rodríguez, 2018, p. 20); en este proceso de concentración capitalista y ante la ausencia de la intervención estatal, los precios de la materia prima fueron fijados en función de la oferta y demanda del producto.

El trabajo empírico que fundamenta esta investigación se caracteriza por la combinación de un abordaje general de la producción de yerba mate y la organización de cooperativas con estudios de casos, en los que el autor distingue a entidades más tradicionales y otras nuevas. Entre las primeras, el autor incluye a Cooperativa Agrícola de la Colonia Liebig de Corrientes creada en 1926, la Cooperativa Agrícola de Oberá fundada en 1931 y la Federación de Cooperativas de Misiones (FEDECOP); mientras que entre las nuevas entidades, analiza las cooperativas de Jardín América (1973), Río Paraná (1983) y Andresito (1983), todas estas en la provincia de Misiones.

El libro está organizado en seis capítulos. En el primero de ellos, denominado “La construcción histórica de la región yerbatera Argentina. Estado, Producción y comercio en los márgenes”, donde el autor analiza el papel de la yerba mate en la construcción social del espacio misionero y en el proceso de poblamiento en un contexto marginal y fronterizo. Entre 1880[1] y 1930 y a partir de una fuerte intervención estatal, la yerba mate devino en el “cultivo poblador por excelencia” y en este sentido, Rodríguez señala que la “actividad yerbatera modela el paisaje misionero” (Rodríguez, 2018: 28 y 30) al mismo tiempo que simboliza un componente de fundamental importancia en la configuración de la estructura socio-económica y productiva y en la composición identitaria de Misiones. En efecto, como un elemento movilizador de población hacia escenarios fronterizos disputados por los países vecinos, en 1926 por decreto del Presidente Marcelo T. Alvear el Estado nacional argentino promovió la colonización yerbatera dentro de las tierras fiscales de Misiones. Sin embargo, con la creación de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate –CRYM– en 1935 y del Mercado Consignatario un año después, este período de fomento del cultivo yerbatero finalizó, a la vez que dio inicio a otra etapa con un fuerte intervencionismo estatal en la producción y comercialización yerbatera. El poblamiento de Misiones fue realizado por dos vías principales: la primera de ellas se enmarcó dentro de la colonización oficial. Con la creación del Territorio Nacional de Misiones en 1881, las preocupaciones del gobierno nacional y local estuvieron centradas en impulsar el arribo de inmigrantes europeos en tierras fiscales situadas en el Sur y centro del territorio misionero. La segunda vía de impulso al proceso de poblamiento de Misiones fue a partir de la colonización privada: en efecto, las fundaciones de Eldorado (1919) a partir de las gestiones del empresario alemán Adolfo Schwelm y de Puerto Rico (1919) y Montecarlo (1920) a partir del accionar de la Compañía Colonizadora Alto Paraná Culmey y Cía. marcaron el inicio de un nuevo período del poblamiento de Misiones dominado por los capitales privados.

En el segundo capítulo, “Asociacionismo rural en la Argentina desde fines del siglo XIX”, el autor propone analizar la influencia de los distintos regímenes sociales de acumulación -RSA, concepto empleado por Mario Lattuada (2006) en el estudio del asociacionismo rural argentino- dentro de las experiencias de cooperativismo agrario en el país. Tanto el surgimiento y consolidación del movimiento cooperativo en la Argentina –en cuanto mecanismo de acción y participación de pequeños y medianos productores–, como las estrategias de producción y reproducción por ellos desplegados se encuentra en íntima vinculación con los regímenes sociales de acumulación. De este modo, la capacidad de la sociedad civil de organizar sus prácticas de asociación e intereses colectivos no se presentan de modo aislado, sino que en gran medida son producto de las políticas económicas y sociales impulsadas por el modelo de acumulación imperante.

El tercer capítulo, “Cooperativas yerbateras: entre el auge productivo y la crisis del cooperativismo (1926-1955)”, Rodríguez analiza el movimiento cooperativo del NEA –Noreste Argentino– desde la génesis del mismo a partir de la fundación de la primera Cooperativa Yerbatera en Colonia Liebig de Corrientes en el año 1926, hasta el golpe de Estado perpetuado al segundo gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, período que marcó el camino del cooperativismo agrario argentino en general. En la identificación de las particularidades del fenómeno del asociacionismo yerbatero durante este amplio período, el autor enriquece el abordaje a partir del análisis de diversos casos que permiten dar cuenta no sólo de las particularidades del asociacionismo misionero, sino también del fortalecimiento de dicho fenómeno a partir de la ampliación de superficies agrícolas plantadas producto del incremento en el arribo de inmigrantes. Como forma particular de intercambio, las cooperativas permitieron no sólo la comercialización de productos primarios, sino también el intercambio de “experiencias y afrontar riesgos comunes” (Rodríguez. 2018: 112) entre los colonos recién arribados al territorio de Misiones. El desarrollo del cooperativismo agrario en esta región está íntimamente vinculado a los ciclos de la actividad yerbatera, a la intervención estatal (con la intervención de la CRYM y del  Mercado Consignatario) y a los cambios en los modelos de acumulación; de esta manera, si bien el RSA consolidado entre 1930 y 1976 es el de “Industrialización por Sustitución de Importaciones, la etapa manifiesta matices que deben ser considerados, más aún en una región marginal, cuya producción está orientada al mercado interno” (Rodríguez, 2018: 101). El nacimiento de los primeros emprendimientos cooperativos en el NEA,[2] encuentra de este modo estrecha relación con el creciente aumento de los yerbales implantados –en contraposición a las actividades extractivistas que sobresalieron durante el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX–, al arribo de inmigrantes, a los tipos de emprendimientos colonizadores y a los patrones de asentamiento. Para mediados de la década de 1940 y fundamentalmente a partir de 1950 con la implementación del Segundo Plan Quinquenal que caracteriza a las cooperativas agrarias “como unidades básicas de la economía social” (Rodríguez, 2018:118), las políticas económicas impulsadas desde el orden nacional fueron de suma importancia en la difusión de entidades cooperativas en todo el país.

El capítulo cuarto, “La persistencia de la crisis yerbatera: acción del Estado e impacto en las cooperativas (1955-1976)”, el eje está centrado en la crisis de todo el sistema cooperativo que inició tras la caída del gobierno de Perón en 1955 hasta el inicio del último gobierno de facto en el país en 1976. Durante este amplio período caracterizado políticamente por la alternancia de gobiernos de facto y constitucionales, el autor analiza la injerencia de esta situación en el sistema yerbatero y cooperativo del NEA finalizando con el análisis de caso de la FEFECOP como entidad que integra verticalmente otras cooperativas. En este contexto particular y en el umbral de una nueva crisis de sobreproducción de yerba mate, “el rumbo que toman las cooperativas está ligado además a la limitación de los cupos de cosecha, a la prohibición de nuevas plantaciones y al precio de comercialización” (Rodríguez, 2018: 137).

En el quinto capítulo, “Cooperativismo y Neoliberalismo. Transformaciones en las cooperativas yerbateras (1976-2002)”, el autor sitúa su análisis en el proceso de desregulación y creciente descentralización de la economía estatal y su impacto en la reorganización de estrategias productivas y en la consolidación de nuevos actores sociales agrarios en la región yerbatera. El nuevo RSA que imperó gran parte de finales del siglo XX estuvo caracterizado por el dominio del mercado por sobre la acción estatal en un contexto donde las entidades cooperativas debieron “reformular las premisas ideológicas que les dieron origen, poniendo en tensión los principios cooperativos” (Rodríguez, 2018: 156). Con el objetivo de dar respuestas a las demandas económicas en el marco del neoliberalismo, gran parte de las cooperativas de la provincia orientaron su accionar hacia “un paradigma de corte empresarial” a partir de inversiones que permitieron la modernización industrial. Sin embargo, las dificultades para acceder a créditos a tasas ventajosas impactaron en las entidades más pequeñas imposibilitando lograr competitividad dentro del mercado. Para el año 1991, el desmantelamiento de la CRYM significó un definitivo avance del mercado por sobre la acción estatal. Sin el organismo encargado de controlar la actividad yerbatera, durante los años siguientes el aumento en las superficies implantadas con yerba mate provocó nuevamente una profunda crisis de sobreproducción[3]. La caída del precio de la materia prima conllevó un proceso de diferenciación social agraria, migración rural hacia centros urbanos, concentración de tierras en los espacios rurales y la consolidación de nuevas estrategias entre los productores que aún permanecieron en las chacras.

El capítulo sexto, “Transformaciones internas en las cooperativas. Estudios de caso”, el autor parte del crítico contexto económico de finales del siglo XX para analizar las estrategias implementadas por varios entes cooperativos para afrontar la situación. Uno de los casos estudiados por Rodríguez es el de la Cooperativa de Productores de Jardín América –entidad fundada en el año 1973 en la Colonia Sol de Mayo y trasladada en 1980 sobre el km 1436 de la Ruta Nacional Nº12 en la localidad de Jardín América– que decide crear la Planta de Elaboración de Productos Flor de Jardín en 1999 apuntando a la diversificación productiva debido al retroceso económico que vivenció el sector yerbatero en esos años. La Cooperativa Andresito, creada en 1983 en la localidad de Andresito en la frontera norte con Brasil, es otro de los casos analizados por el autor. Una de las particularidades de esta entidad no solo se debe a que escapa al modelo gerencial presente en otras cooperativas, sino que también mantuvo la exclusividad del producto yerbatero entre sus asociados.

Finalmente, en las “Consideraciones Finales”, Rodríguez señala que de ninguna manera su estudio es un análisis concluido. El enfoque historiográfico empleado por el autor y la identificación de distintos RSA permitieron “constatar la hipótesis de que las transformaciones en el modelo de acumulación condicionan a las cooperativas a redefinir su estructura organizacional y discursiva” (Rodríguez, 2018: 214).

 

Referencias:

 

Lattuada, M. (2006). Acción colectiva y corporaciones agrarias en la Argentina. Transformaciones institucionales a fines del siglo xx, Bernal: Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes.

 

  Rodríguez, L. (2018). Yerba mate y cooperativismo en la Argentina Sujetos sociales y acción colectiva en el NEA (1936-2002). Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes Editorial.

 

Zang, M. L. (2020). “La yerba mate como cultivo poblador: desde la decadencia de los yerbales nativos al auge de los yerbales implantados·. En: Apuntes 87, pp. 149-169, Lima-Perú.

 



 

Enviado: 23/02/2022

Aceptado: 22/05/2021

 



 

Cómo citar este artículo:

 

Zang, L. M. (2022). Lisandro Rodríguez, Yerba mate y cooperativismo en la Argentina Sujetos sociales y acción colectiva en el NEA (1936-2002). Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2018. Otra Economía, 15(27), 166-170.

 

 




* Instituto de Estudios Sociales y Humanos -IESyH CONICET/UNaM. Posadas, Misiones, Argentina.

 

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[1] En 1881 por ley Nº 1149 sancionada por el Congreso Nacional, fue creado el Territorio Nacional de Misiones (Zang, 2020).

[2] Para finales de la década de 1930, en la región podían identificarse los siguientes entes: Cooperativa Rincón Bonpland (1926), Cooperativa Colonia Liebig de Corrientes (1926), Cooperativa Agrícola de Oberá (1929), Cooperativa de Yerba Mate de Santo Pipó (1930), Cooperativa Agrícola de Eldorado (1931), Cooperativa Agrícola de Puerto Rico (1932), Cooperativa Agrícola de Oro Verde (1937), Cooperativa Agrícola de Colonia Victoria (1938) y Federación de Cooperativas de Misiones. Todas estas se consolidaron en escenarios que, durante años anteriores, habían recibido importantes contingentes migratorios.

[3] En 1966, una grave crisis de sobreproducción afectó a toda la economía yerbatera provocando nuevas prohibiciones de cosecha e importación de yerba mate.