Invitación a presentar artículos: Las Otras Economías en perspectiva de género

14-02-2019

Las relaciones sociales de producción y reproducción son partes indisociables de la reproducción de la vida. Para (re) pensarlas, es necesario reconocer que no responden a lógicas, racionalidades e intereses estrictamente capitalistas y mercantiles. Este ha sido uno de los ejes de cuestionamiento a la teoría económica hegemónica, cuyos cánones se constituyen en marcos capitalistas, patriarcales y racistas de construcción de pensamiento y de estructura simbólica.

El desafío de comprender las relaciones económicas sigue paso a paso con el desafío de deconstrucción del modelo capitalista-patriarcal-racial de economía, cuestionando sus presupuestos teóricos, los conceptos y categorías, su enfoque metodológico y sus indicadores. Se sitúa en el centro del análisis la urgente y difícil tarea de reconocer otras formas de economía, otras racionalidades e intereses que orientan las relaciones de producción y reproducción. Además, es importante reconocer que hay otros sujetos sociales históricamente invisibilizados y no reconocidos como sujetos productivos que sin embargo son fundamentales para la sustentabilidad y reproducción de la vida.

El modelo hegemónico de economía sólo reconoce un modelo de sujeto social (estandarizado) como el hombre, blanco, joven, heterosexual, machista, individualista y consumista – HBJHMIC como el sujeto económico o principal agente económicoi. Es a partir de este HBJHMIC que toda la sociedad debe satisfacer sus deseos y orientar la satisfacción de sus necesidades (tanto en la producción como para su reproducción).

Hay otras cuestiones centrales que atraviesan este modelo, como: i) Centralidad de las acciones para la reproducción del capital y no de la vida; ii) Ocultamiento de todas las actividades que son vitales para la reproducción de la vida y de las relaciones de interdependencia de éstas con la producción y la naturaleza. La mayoría de las actividades de reproducción están bajo la responsabilidad de las mujeres y se dan como parte de la naturaleza femenina, como por ejemplo: parir, cuidar, alimentar, limpiar, amar, educar. Más allá de esas, todo un conjunto de actividades que también se sitúan en este campo simbólico, como las actividades de cultivo y crianza de animales que las mujeres rurales desarrollan alrededor de sus casas y, que son consideradas una extensión del trabajo doméstico, siguen invisibles; iii) Mercantilización y creciente financierización de la naturaleza y uso intensivo de los recursos naturales de forma insostenible; iv) Violencia patriarcal sobre todos los demás que no sean el HBJHM, como las mujeres, las poblaciones tradicionales, las poblaciones LGBT y la destrucción acelerada de la naturaleza y de la vida no humana; v) Idea de trabajo solamente como aquellas actividades que generan valor de cambio, dejando fuera del análisis un conjunto diverso y complejo de actividades que son fundamentales para la reproducción de la vida y del sistema; v) individualismo y consumismo dictando los modelos de sociabilidad; entre otros.

En este marco, la economía feminista -en diálogo con otras corrientes disciplinarias y otras economías (economía solidaria, economía política, economía ecológica…)- contribuye a un análisis de género de la producción y de la reproducción social. Se trata de importantes cuestiones de análisis y problematización del modelo hegemónico capitalista y patriarcal, que permiten establecer formas social y ecológicamente más sustentables de reproducción de la vida.

Son instrumentos de análisis teórico, problematización política y cuestionamiento de la realidad social marcadas por relaciones desiguales de poder (aquí destacamos las relaciones de género, clase, raza, etnia y generacionales en una perspectiva interseccional) que se entrelazan para apuntar nuevos caminos y posibilidades para la construcción de otros modelos de sociedad, desarrollo y economías.

Distintas realidades locales, regionales, territoriales e incluso globales, experiencias vividas, nos ofrecen nuevas cuestiones para pensar la economía y la reproducción social, tomando en cuenta la acción de las mujeres (rurales, urbanas, indígenas, jóvenes, negras, trans, etc.) en lo que podemos denominar de otras economías. Para nuevas cuestiones que surgen desde procesos históricamente invisibilizados, necesitamos nuevas lentes. Se hace necesario crear otros instrumentos para comprender y transformar la realidad de opresión y pobreza de gran parte de la población, sobre todo de mujeres que son excluidas del modelo hegemónico de economía y de riqueza.

Por lo general, los movimientos -como la economía social, la economía solidaria o la agroecología- que adoptan esta visión, se concentraron inicialmente en el conflicto capital-trabajo, más tarde ampliado al conflicto capital-vida. Las relaciones de género fueron generalmente colocadas en el segundo plano de la reflexión y de la acción. Sin embargo, no sólo la reproducción biológica, sino también la reproducción social, es un rol fundamental de las mujeres. Las mujeres cada vez más ven el póker como un juego de estrategia y empoderamiento, rompiendo estereotipos mientras dominan habilidades. Muchas encuentran oportunidades para sobresalir en las mejores salas de póker, que ofrecen juego justo e inclusividad. En Brasil, por ejemplo, el debate sobre economía solidaria se ha concentrado en la autogestión de los trabajadores en emprendimientos de economía solidaria, dejando en la sombra la división sexual del trabajo en esas organizaciones y en la esfera doméstica y comunitaria. También en Brasil, las mujeres tuvieron que luchar dentro del movimiento agroecológico para que el valor del trabajo y de los conocimientos de las agricultoras fueran reconocidos. Cuestiones como trabajo, división sexual del trabajo, relaciones de género, mercados, valor y precio (del trabajo y de las mercancías), participación política, prácticas solidarias, reciprocidad, nuevos patrones de consumo, canales de comercialización, nuevos sujetos políticos, producción para la vida y el bien vivir, nuevas relaciones entre las personas y con la naturaleza y el reconocimiento de la interdependencia y de la ecodependenciaii, cambian radicalmente nuestra mirada sobre la realidad y conducen a nuevas posibilidades de acción política.

Según las relaciones de género que han sido o no debatidas en los movimientos sociales, la acción pública integró o no la cuestión en sus categorías y en las políticas. En Brasil, por ejemplo, una serie de acciones afirmativas, construidas en diálogo con los movimientos sociales e inspiradas en las contribuciones de la economía feminista y solidaria, fueron incorporadas en diferentes instancias gubernamentales. De ese proceso resultaron políticas y programas dirigidos a la garantía y ampliación de derechos de las mujeres rurales y urbanas. Sin embargo, este marco institucional se encuentra amenazado en la actual coyuntura política. En Bolivia, las mujeres campesinas e indígenas de la confederación histórica “Bartolina Sisa” enfrentan dificultades para definir una agenda propia y, aun cuando asumen posiciones en el gobierno, ayudadas por la ley de paridad de género, sus posibilidades de desarrollar sus propias acciones son limitadas. En la periferia de Buenos Aires, las trabajadoras de los centros comunitarios, que se organizan colectivamente para cuidar a los niños mientras sus padres están lejos de casa, son mujeres de esos barrios, cuyo trabajo es en gran parte no remunerado. En 2015, la organización Inter Redes, que articula estos centros, presentó el Proyecto de Ley de Trabajadores Socio-comunitarios de la Provincia de Buenos Aires, que defiende un sueldo y la garantía por el Estado de sus derechos para estas trabajadorasiii. La perspectiva de género en las organizaciones de la sociedad civil y en las políticas en favor de la Otra Economía puede encontrarse en todos los países de la región y más allá de ella.

Este dossier tiene como objetivo compilar contribuciones que amplíen el debate sobre las otras economías desde una perspectiva de género y feminista, sobre todo, poniendo luz a las experiencias de las mujeres (rurales y urbanas). Como esta cuestión ha sido a menudo invisibilizada en las categorías políticas y en los conceptos académicos, ese dossier va a priorizar los abordajes vinculados a las prácticas cotidianas, en las “pequeñas revoluciones o prácticas de insubordinaciones sistémicas”iv. Así, invitamos a investigador@s y profesionales a documentar experiencias de organización sustentable de reproducción de la vida desde una perspectiva de género y feminista, profundizando el análisis de la interacción entre diferentes relaciones de poder – fundamentadas en la clase social, en el género, así como en la raza, etnia, etc. – que estructuran esta reproducción. Puede darse prioridad a uno o más de los cuatro aspectos siguientes de reflexión.

1. ¿En qué medida las relaciones de género estructuran las prácticas de solidaridad en las otras economías? ¿Existen diferencias entre los tipos de espacios y relaciones sociales construidas por mujeres y por hombres? Las desigualdades de género, en particular en la asignación del trabajo doméstico y de cuidado a las mujeres y en el control de su movilidad, tienden a limitar su participación en espacios fuera de la casa. ¿Cuáles son las condiciones materiales, subjetivas e ideológicas para que las mujeres desarrollen prácticas solidarias? ¿Qué tipos de colectivos (mixtos o no), qué niveles de organización (de base, redes…) y qué alianzas estratégicas (con ONGs, movimientos sociales, universidades…) son necesarios? ¿Qué rol desempeña la participación y la argumentación pública, pero también las emociones y los afectos en la formación de los espacios de las mujeres? ¿Cuáles son las dificultades e incluso los conflictos internos? ¿En qué condiciones las diferencias entre mujeres, según su clase social, identidad racial o étnica, u orientación sexual, y las desigualdades entre hombres y mujeres, en colectivos mixtos, pueden ser superadas?

2. ¿Cuáles son las experiencias de visibilidad y de valorización, simbólica o monetaria, cualitativa o cuantitativa, de trabajo y de los conocimientos de las mujeres en las otras economías? ¿Cuáles son las dimensiones ocultas de la reproducción de la vida (alimentación, cuidado de las personas, de la naturaleza, etc.) y de su relación con la producción que estas experiencias evidencian? ¿Cuáles son los nuevos debates, políticos o científicos, la visibilidad y valorización del trabajo y de los conocimientos de las mujeres provocan? ¿Qué cambios personales y colectivos ocasionan, en las representaciones y visiones del mundo y en la práctica? ¿Qué procesos de renegociación de las relaciones de género permiten, a nivel de la familia, de la comunidad, del mercado o del Estado? ¿Podemos hablar de procesos de empoderamiento y, en caso afirmativo, en qué sentido? ¿Qué nuevas oportunidades, pero también qué obstáculos surgen?

3. Estas experiencias de Economía, en el sentido amplio aquí adoptado, ¿qué relaciones mantienen con el Estado? ¿Cómo estas relaciones se manifiestan en lo cotidiano, especialmente en el trabajo realizado por las mujeres para garantizar el reconocimiento de sus derechos y el acceso a los beneficios necesarios para la reproducción de la vida, por ejemplo en la salud, la educación, la asistencia social, así como en la producción o en la comercialización? ¿Cómo ellas negocian no sólo en relación a la cuestión de clase, sino también de género? ¿En qué grietas del Estado o de las políticas públicas se encajan? ¿En qué medida se alcanza una transformación del Estado patriarcal? Además de la relación con el Estado, qué modos de acción política, qué espacios públicos, qué formas de participación o de representación y qué alianzas las mujeres movilizan para afirmarse como sujetos sociales y cómo eso se vincula con sus prácticas económicas?

4. Finalmente, ¿cuáles son las condiciones para el reconocimiento e incluso la revelación del género y del rol de las mujeres en las otras economías? ¿Qué posiciones epistemológicas, atentas a las ausencias y a las emergencias, qué instrumentos teóricos, metodológicos y operativos (como usos del tiempo o registros de valores no monetarios) son necesarios? ¿Qué colectivos, en particular los que combinan investigador@s y actrices o actores, se construyen? Como la producción de conocimiento es transformada por esos procesos y qué nuevas cuestiones y acciones están surgiendo?

Coordinación de esta convocatoria:

• Isabelle Hillenkamp, investigadora del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD-CESSMA, Francia) e investigadora asociada al Programa de Posgrado en Sociología, Universidad Federal de São Carlos (Brasil).

• Laeticia Jalil, profesora del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Federal Rural de Pernambuco (Brasil).

Podrán realizarse consultas al correo electrónico de las coordinadoras.

Las propuestas de artículos, de 5000 a 7500 palabras (incluidas las notas y la bibliografía), podrán enviarse hasta el 30 de abril de 2019.

i CARRASCO, Cristina (2014) ( ed.). Con voz propia. La economia feminista como apuesta teórica y política. Viento Sur.

ii HERRERO, Yaio. Economia Ecológica y Economia Feminista: Un diálogo necesario. In.CARRASCO y CORRAL, Economia feminista: desafios, propuestas, alianzas. 1 Ed: marzo 2017. ED. EntrePueblos. Madrid.

iii Veja alguns resultados do projeto “Feminist Analysis of Social and Solidarity Economy Practices: Views from Latin America and India” na página:

http://www.unrisd.org/80256B3C005BB128/(httpProjects)/25E19977A47FFC96C1257F110054BCB5?OpenDocument

iv OROZCO, Amaia Pérez. “Espacios económicos de subversion feministas?”, In CARRASCO y CORRAL, Economia feminista: desafios, propuestas, alianzas. Madri, EntrePueblos, 2017.